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por Ana
Martínez Quijano
Matilde Marín y Carolina Antoniadis en la galería Del infinito
Contrastes, del viaje interior al exterior en la obra de dos artistas

La semana pasada la galería Del Infinito presentó "Contrastes", título en el cual coinciden las muestras de dos artistas: Matilde Marín y Carolina Antoniadis. Ambas han ampliado el formato de sus obras y exponen grandes instalaciones.

Centenares de papeles cuadrados y de color neutro flotan sobre la superficie de una inmensa pared. La obra de Marín se llama "El Manto de la Utopía" y, según cuenta la artista, la realizó inspirada en el poema de Eduardo Galeano, "Utopía", que dice: "Ella está en el horizonte. / Me acerco dos pasos, / ella se aleja / dos pasos más. / Camino diez pasos / y el horizonte se corre / diez pasos más allá. / Por mucho que yo camine/ nunca la voy a alcanzar. / ¿Para qué sirve la utopía? / Sirve para eso: / para caminar". Al igual que el arte de Marín, la "Utopía" de Galeano es una señal de empecinamiento.

El escritor uruguayo relata el reiterado impulso que lleva al artista a retomar un camino que, inexorablemente, parece alejarse de la meta. Con espíritu burlón, Galeano registra la poética utopía de Kavafis: la de su largo y hermoso viaje hacia Itaca, lugar que "ninguna otra cosa puede darte", más que el viaje o, la caminata de Galeano.

No hace falta investigar demasiado la trayectoria de Marín para descubrir su pasión por los viajes y su vocación exploradora. En la actualidad, cuando ya nadie espera encontrar el Paraíso al fin del camino, el viaje permanente es una gimnasia que ha logrado tensar y dotar de sentido la vida y la obra de algunos artistas. En primer lugar figura el cineasta alemán Werner Herzog. El manto de papel calado, frágil y bello, desplegado como un mural abstracto, ha recorrido con sus diversas versiones y distintos colores, ciudades distantes de España, Noruega, Colombia, Argentina.

En un mundo cuya cobertura de cemento se torna cada día más uniforme, Marín, como una heredera de los antiguos pintores viajeros recorrió y analizó el paisaje de las geografías más extremas. De este modo, su video "Travesía" delata veladamente, a través de una serie de rostros tomados en primer plano y mirando hacia la cámara, el horror de las crecientes migraciones motivadas por la extrema miseria y por las guerras. La condición humana es el tema del video donde hay cuestiones de índole política cuya intensidad no se traduce en palabras: se percibe en las miradas. En las fotografías "Escenarios 1, 2 y 3", Marínretrata museos de Alemania y Buenos Aires. Las imágenes son difusas, ostentan la levedad de un sueño y coinciden con la naturaleza elusiva del mensaje.

Belleza

La rosarina Carolina Antoniadis ha logrado construir una sólida carrera como artista y, a la par, como diseñadora también. Cuando las oscilaciones e intercambios entre ambas disciplinas no eran frecuentes, Antoniadis supo mantener una equilibrada presencia en el ámbito del diseño, incluso como docente, y en el circuito artístico, con el barroquismo ornamental y decorativo de sus pinturas. En la tendencia estilística del arte ornamental la rosarina fue una precursora. Durante años, la belleza colorida de sus cuadros brillaba como una rareza en los premios y salones. Si bien Antoniadis formó parte del Grupo de la X, nunca adhirió al conceptualismo ni tampoco se plegó más tarde a la dulce movida del arte Light, del Centro Cultural Rojas. Ella abrió una senda personal en soledad.

En la muestra actual, deja atrás los rigores del oficio y expresa su intención de jugar, de dejarse llevar por las ganas, el gusto y el deseo de modelar y pintar. La porcelana, material que la artista trabajó desde niña, adopta ahora la forma de la ternura, en los rostros de unos bebés negros y regordetes, denominados con humor "Penitentes", y en unas lágrimas que descienden como gotas de lluvia por las paredes. Con la maestría del oficio modeló unas guirnaldas, "Ceibo Suites", una instalación de cerámica esmaltada y oro.

Antoniadis relata en esta obra la leyenda guaraní de la india cuya sangre florece después morir quemada. La voluntad expresiva responde al placer privado de relatar historias y hacer cosas bellas para embellecer el mundo, mientras la jerarquía de los soportes se desdibuja.